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Jorge Almaguer es un joven de 23 años y ya es padre de dos niños a quienes considera lo más grande que tiene. Sin embargo, se la pasa de una esquina a otra de su barrio, conversando con los socios, haciendo ejercicios o jugando pelota en el patio de una escuela cercana, cuando no está ganándose la vida.
“En noveno grado —cuenta— dejé de estudiar. Un año después fui a una escuela de conducta, porque había robado en una casa. Cuando cumplí 18, me trasladaron a la cárcel; salí hace casi tres años y todavía no tengo trabajo. Me busco la vida ‹luchando› en lo que aparezca, hasta que consiga algo que me convenga”.
En Cuba es una prioridad garantizar empleo para todos. Pero a pesar de esto, existe un porcentaje no despreciable de jóvenes desvinculados laboralmente.
Como Jorge, hay quienes prefieren vivir del facilismo. Otros no saben cuál es su camino, o tal vez les sea más cómodo no descubrirlo.
Por dónde le entra el agua al coco
Una investigación del Centro de Estudios sobre la Juventud (CEJ) realizada en la Isla a mediados de los años 90 revelaba que 71% de los jóvenes sin empleo encuestados no se sentía motivado económicamente para trabajar y buscaban la solución en negocios ilegales.
Algunos especialistas señalaban la crisis económica como causa esencial del desempleo, lo que al parecer sigue siendo —más de una década después— el fundamento que sustenta este fenómeno.
Claudia Castilla García, investigadora del Grupo de Estudios sobre Juventud del Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas (CIPS), asegura que “hoy el tema de la débil remuneración económica, unido a la existencia de la doble moneda, genera desmotivación laboral entre la juventud cubana”.
Sin embargo, a juicio de la especialista “resulta precipitado afirmar que la desmotivación sea hacia ‘trabajar’. Sería mejor decir que las condiciones económicas actuales dificultan que algunos jóvenes se interesen en actividades laborales asociadas al sector estatal tradicional”.
“Por otra parte —comenta Marbelis Hernández Valdés, psicóloga de la Clínica de Higiene Mental del municipio capitalino de La Lisa—, debemos pensar primero que la juventud es heterogénea y cada quien manifiesta sus proyecciones hacia la esfera laboral de diferentes maneras.
“Por tanto, no podemos decir que la desmotivación sea una condición para la juventud actual, pues un sector mayoritario sí está motivado profesionalmente, a pesar de que sigue siendo el de mayor desventaja en cuanto a la remuneración. Muchos siguen viendo en el trabajo la vía de realización personal y profesional, aun cuando no existe la correspondencia entre el trabajo que realizan y lo que reciben como ingreso”.
Cuba cuenta con más de un millón de jóvenes trabajadores, los que representan 44,4% de su población juvenil. Dentro de este grupo, las más afectadas por los reajustes del empleo son las muchachas jóvenes, que constituyen 30,5% de la fuerza de trabajo femenina.
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